sábado, 2 de mayo de 2009

La composición en un cuadro


La composición de un cuadro tienen muy en cuenta la ordenación de los elementos en un todo unitario. El concepto de simetría es uno de los aspectos a valorar. En un primer estadio, el pintor ordena los elementos en función de un eje (eje de simetría) y los distribuye de manera ordenada a su derecha e izquierda.
El concepto de simetría va muy ligado a los tipos de composición.
La composición cerrada acostumbra a ordenarse en función de un eje central. La podríamos definir como aquella en la que todos los elementos se dirigen hacia el centro teórico del cuadro (composición centrípeta) y, normalmente, incluye la totalidad de los elementos de la representación. Es propia del mundo medieval y renacentista.
La composición abierta puede ordenarse alrededor de un eje central o lateral o en función de un punto de fuga exterior. La definiremos como aquella en la que los elementos huyen del centro teórico (composición centrífuga) y, a veces, los excluye, en parte, de la representación. Es propia del momento manierista y barroco. Generalmente, la composición cerrada globaliza todos los elementos, mientras que la abierta los fragmenta.
La composición puede ser unitaria y no unitaria. Se entiende por composición unitaria aquella en la que todos los elementos se interaccionan y superponen, siendo necesarios en la estructura global. La composición no unitaria es aquella en la que los elementos se yuxtaponen e individualizan. Esta valoración de lo individual tiene dos razones: una meramente formal y otra conceptual. La primera se explica en razón de los avances compositivos que hace que en un primer estadio sea más fácil la plasmación individual de los personajes y objetos, que no la interacción.

Massacio: "Santa Ana, la Virgen y el niño"


El concepto de simetría se relaciona con los tipos de composición. Así, la ordenación cerrada acostumbra a formularse en función de una línea central o eje compositivo. Los elementos se refieren a este centro teórico en el cual se coloca la
escena o personaje protagonista. En la presente obra la simetría medieval persiste y se explica en función de un mundo cerrado y teocéntrico, aunque una cierta humanización de los personajes da al conjunto un aspecto de modernidad propio de la nueva teoría renacentista.

Il Perugino: "La entrega de las llaves a San Pedro"




En el pleno Renacimiento, «Il Perugino» continúa con una idea de espacio centralizado, pero lo ordena en función de la compensación de grupos referidos todos ellos a un centro teológico: la llave, símbolo del papado. A partir de este elemento, que ocupa el eje de simetría, se estructura toda la composición en grupos de personajes variados.






Las claves de la Pintura

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